Catedral de Palma de Mallorca
La grandiosa catedral de Palma es el símbolo arquitectónico más importante de la ciudad y de toda la isla. Aunque su nombre oficial es "Catedral de Mallorca", los mallorquines la llaman simplemente la Seu en catalán, de acuerdo con su función como sede episcopal hasta la fecha. Por dentro, la catedral es casi más impresionante que por fuera, y además ofrece una panorámica espectacular de la ciudad y del mar. Todo esto hace que merezca la pena visitarla durante unas vacaciones en Mallorca.
La capital de Mallorca, Palma de Mallorca, lleva más de 700 años siendo sede episcopal. Antes de eso, Mallorca fue musulmana durante 300 años, y Palma se llamaba Madina Mayurqa. La iglesia se encuentra justo al lado del mar, en el mismo lugar donde antaño se ubicaba la mezquita central. Aunque el rey cristiano Jaime I conquistó la ciudad en 1229, la construcción de la catedral gótica no empezó inmediatamente. En su lugar, la mezquita se consagró a la Virgen María y se utilizó como iglesia mientras tanto. La construcción comenzó a finales del siglo XIII, bajo el reinado de Jaime II, y duró más de 350 años. Cuando se terminó en 1601, la Seu era una de las iglesias más grandes de Europa.
La catedral tiene 121 metros de longitud y 40 metros de ancho, y su nave tiene 44 metros de altura. Aparte de su enorme envergadura, sus tesoros y su belleza incuestionable, el interior de la catedral es único en el mundo. Se construyó siguiendo el estilo gótico en su mayor parte. La fachada principal es completamente heterogénea, lo cual no le resta un ápice de esplendor. La Seu tiene tres portales en total: un impresionante portal principal y dos portales laterales, llamados Almoina y Mirador. El portal del Mirador se ubica en el lado orientado hacia el mar. En el interior de la nave central, incontables vidrieras góticas de colores crean una atmósfera mágica. El espectacular rosetón es uno de los más grandes de Europa, y se puede ver de cerca al visitar las terrazas. Los reyes mallorquines Jaime II y Jaime III están enterrados en el mausoleo de la capilla de la Trinidad.
La obra original de estilo gótico era una joya del Renacimiento. Durante un terremoto en 1851, la Seu sufrió daños muy graves. En lugar de recuperar las partes rotas de la iglesia siguiendo el estilo original, se optó por darle un aire neogótico. Con sus contrafuertes entrelazados a cada lado y sus imponentes pináculos, es un ejemplo magistral de este estilo. El resultado es una mezcla del original gótico y un monumentalismo pseudogótico del siglo XIX que inevitablemente resulta artificiosa. Años más tarde, conocidos artistas y arquitectos, como Antoni Gaudí y Miquel Barceló, reformaron distintas zonas de la Seu.
La entrada cuesta ocho euros. Las visitas guiadas, de una hora de duración, tienen horarios fijos y deben reservarse con antelación, ya que el número de visitantes está limitado. Merece la pena reservar las entradas de forma anticipada para evitar esperas en este monumento turístico tan popular. Por un suplemento de cuatro euros se pueden visitar las terrazas. Desde el campanario y el tránsito entre las dos torres se tienen unas vistas magníficas de la ciudad y el mar. Sin embargo, es necesario subir casi 300 escalones para visitar las terrazas, y no hay ascensor. Cuando aprieta el calor es mejor evitar subir a ellas al mediodía y dejar la visita para por la mañana o la tarde.